El sistema que surgió en respuesta a la escasez de monedas de oro y que ahora llamamos “sistema de reserva fraccionaria” creó problemas desde el principio.
Video de ''Money as Debt''.
En la Edad Media, los países europeos utilizaban monedas de oro o plata, según el país, para comprar y vender sus productos y servicios.
En aquellos tiempos el valor total de las monedas que circulaban en cada país crecía lentamente por adición natural en función del oro y la plata extraído de las minas.
Algunos años no se disponía de monedas suficientes para llevar a cabo todas las transacciones necesarias, lo cual causaba problemas graves que se solventaban hasta cierto punto por un retorno al trueque, es decir, el intercambio de productos sin utilizar dinero.
Con el tiempo aumentaron las transacciones entre comerciantes de distintos países, por lo que las monedas de un país acababan en otro a cambio de los productos importados. Si un país importaba más de lo que exportaba, su cantidad de monedas disminuía, creando dificultades en la economía interna por la escasez de monedas en circulación.
El usurero o prestamista
La usura desempeñaba un papel importante dada la falta de monedas. Los prestamistas ofrecían dinero –monedas- a cambio de intereses. Cabe resaltar que este proceso no aumentaba el volumen de monedas que circulaba por el país. Los prestamistas o usureros prestaban monedas que ya existían en la economía.
Orfebres: los primeros bancos
Los orfebres, por su profesión, eran los únicos que poseían cajas fuertes. La gente depositaba sus monedas a cargo de un orfebre, que cobraba una comisión por el servicio, emitía un recibo –o pagaré- y pagaba intereses al depositante. El orfebre luego prestaba las monedas depositadas en sus cajas fuertes a otras personas –prestatarios- a cambio de intereses. Los prestatarios no se llevaban las monedas en sí, sino pagarés de papel. Estos pagarés emitidos por los orfebres se utilizaban, al igual que las monedas, para comprar y vender productos y servicios, es decir, se habían convertido en dinero.
Un solo depósito de monedas a cargo del orfebre daba lugar a dos pagarés: el depositante recibía el primer pagaré a cambio de las monedas depositadas y el prestatario recibía el segundo pagaré en forma de préstamo. De esta forma, circulaban en la economía del país más pagarés que monedas había en las cajas fuertes. Uno de cada dos pagarés emitidos de esta manera no era dinero “real” sino dinero-deuda: el orfebre lo había creado al conceder un préstamo. Los orfebres no tardaron en darse cuenta de que sus pagarés circulaban durante periodos cada vez más largos sin que tuvieran que cambiarlos por monedas, así que comenzaron a conceder todavía más préstamos cubiertos por el mismo depósito –prestando el mismo oro varias veces- lo que aumentaba aún más la cantidad de dinero-deuda en la economía.
Este sistema, que surgió en respuesta a la escasez de monedas de oro y que ahora llamamos “sistema de reserva fraccionaria”, creó problemas desde el principio. En épocas de malas cosechas e incertidumbre, la gente acudía a los orfebres para entregar pagarés y reclamar su oro. Antes de caer en la bancarrota* por no tener suficientes monedas en su caja fuerte, el orfebre intentaba cobrar sus préstamos, arrastrando con él a muchos deudores que habían garantizado el préstamo con sus tierras o su granja. Pasados algunos años se recuperaba la confianza y los orfebres supervivientes más algunos nuevos volvían a la carga. Se había creado un interminable ciclo de préstamos, desconfianza y bancarrotas que seguimos padeciendo en el siglo veintiuno.
Aunque nuestro sistema financiero es mucho más complicado y a lo largo de los siglos se han incorporado una serie de mecanismos para perfeccionar el procedimiento, los bancos actuales siguen creando dinero-deuda y cada préstamo nuevo incrementa su presencia en la economía.
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