El banquete romano.
El banquete tenía una enorme importancia para la vida privada. Al caer la tarde, todos los grupos sociales participaban de esta forma de convivencia. Emperadores, nobles, comerciantes y hasta el pueblo bajo invitaban a cenar a sus amigos o colegas y los agasajaban según sus posibilidades.
El banquete era una pequeña fiesta donde se hacían representaciones. Cada comensal podía asumir una posición sobre un tema (filosófico, político o moral) o representaban a un personaje determinado. Si el señor de la casa tenía a su servicio un filósofo o gramático lo hacía tomar la palabra para entretener a los convidados. Había intermedios musicales con danzas y cantos, ejecutados por profesionales. A su vez, los invitados llevaban sombreros de flores o “coronas” perfumadas como señal festiva.
El banquete era todo un arte. Durante la primera parte de la velada se distribuían la comida, sin bebida. Para la segunda parte se bebía, sin comer. Esta segunda mitad constituía el “banquete” propiamente dicho y era la más importante. Alrededor de la mesa de manjares se colocaban lechos (camas) para los comensales que decidieran quedarse a dormir.
Estas fiestas dieron lugar a un género literario, el del “banquete”, en que gente culta, filósofos o eruditos abordaban temas de alta cultura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario